La nueva sociedad hiperdigital se ve impulsada por una serie de vectores de cambio, las hiperfuerzas, que van mucho más allá de la tecnología. En este blog analizaremos estas hiperfuerzas, para entender cuales son las palancas que van a cambiar nuestras vidas, nuestras empresas, nuestra sociedad, y poder así anticiparnos para abrazar el cambio y salir reforzados del proceso. Estas hiperfuerzas van desde la hipercognificación, es decir, la universalización de la aplicación de la inteligencia artificial en todos los aspectos de la vida cotidiana, hasta la hiperautomatización, el fenómeno por el que cada vez más procesos van a ser llevados a cabo por máquinas sin, o con limitada, intervención humana. La mayoría de las transformaciones que impulsarán estas hiperfuerzas están definiéndose mientras escribo estas líneas, apenas podemos intuirlas. Es por ello por lo que estamos en una posición envidiable, vivimos en el punto de inflexión, en el momento que nuestros hijos y nietos reconocerán como uno de los más trascendentes en la historia, mucho más radical y transformador que la revolución industrial. Algunas de estas hiperfuerzas ya son plenamente presentes hoy; de otras sólo podemos empezar a intuir su impacto. Veamos cuales son esas 10 hiperfuerzas
- La hiperinformación: En las próximas décadas presenciaremos una explosión exponencial de la información, en parte provocada por la diseminación de decenas de miles de millones de dispositivos sensorizados permanentemente conectados. La sociedad hiperdigital rebosará de información, hasta tal punto que resultará absolutamente inabordable a escala humana. Ya hoy es imposible manejar la cantidad de información a la que nos vemos expuestos cada día, teniendo en cuenta que la mayoría de esta información no es captada ni procesada. En los próximos años, la proliferación de sensores e interacciones digitales, y la capacidad para recoger y analizar la información que generan, nos situarán ante el reto de almacenar y procesar esos volúmenes de información compleja. Los sistemas tendrán que evolucionar para gestionar esos volúmenes ingentes de información no estructurada que ahora no es procesada y de la que no se extrae conocimiento. Herramientas inteligentes procesarán información que hoy se desecha, información poco densa cuyo coste de proceso hoy es demasiado alto para el valor que potencialmente pueden generar.
- La hipercognificación: La inteligencia artificial no sólo va a aumentar la inteligencia del mundo, nos va a enfrentar al reto de redefinirnos como seres humanos. Desde hace décadas estamos presenciando los primeros avances hacia el destronamiento del Homo sapiens como única entidad pensante: todos hemos aceptado desde hace años que las calculadoras son mucho mejores que los seres humanos para llevar a cabo operaciones de cálculo, aunque carezcan de cualquier inteligencia para entender y mucho menos aprovechar los resultados; los móviles tienen mucha mayor retentiva para recordar los teléfonos de nuestros amigos y familiares, razón por la que la mayoría de nosotros hemos dejado de aprendérnoslos; el GPS es mejor que nosotros calculando la ruta de nuestros viajes; los ordenadores han destronado al ser humano como reyes del ajedrez: ya nadie duda de que los ordenadores vencen siempre incluso a los mayores maestros, incluso empiezan a ganar al Go, un juego más complejo que el ajedrez en el que nos refugiamos tras la derrota de Gary Kasparov; máquinas están empezando a escribir sinfonías y poemas indistinguibles de los creados por los humanos. Apenas hemos empezando a presenciar las primeras manifestaciones de la hiper-cognificación. Veremos aparecer nuevos tipos de inteligencia, diferentes a la humana, en las que tendremos que aprender a confiar y con las que tendremos que convivir y colaborar. La cognificación del mundo es una aterradora oportunidad que, paradójicamente, puede liberarnos y hacernos irrelevantes.
- La hipervirtualización. El papel de lo físico en nuestras vidas va a decrecer. “Tocar para creer” va a tener cada vez menos sentido. Hace 10 años comprábamos CDs con nuestra música preferida, tocábamos el disco, hojeábamos el libreto con las letras, pirateábamos su contenido grabándolo en un nuevo CD, hasta entonces virgen. Tener un disco significaba poseerlo físicamente. Hoy la posesión física de un disco es absolutamente testimonial: pocos compran el objeto disco. La música se ha desmaterializado, como lo ha hecho el cine, las series o los periódicos. En los próximos años vamos a presenciar como cada vez más y más objetos se desmaterializan, se virtualizan. El problema y la magia de la virtualización radica en que cuando un objeto se virtualiza, el coste de su reproducción, copiado, e intercambio pasa a ser prácticamente cero, lo que dinamita absolutamente los modelos de negocio basados en la propiedad con los que hemos convivido en los últimos dos siglos. Industrias como la discográfica, la cinematográfica o editorial son las primeras en sufrir la virtualización, pero no serán las últimas. Cada vez más pagaremos por el derecho al acceso y menos por la tenencia de la propiedad. La industria del automóvil lo sufrirá, a su manera: la aparición de plataformas de alquiler no profesional, de compartición de vehículos, hará a muchos millennials replantearse la necesidad de disponer de un coche propio
- La hiperinstantaneidad: El mundo digital es un mundo en tiempo real, síncrono, un mundo de flujos. Los clientes quieren recibir la respuesta a sus necesidades de manera inmediata, quieren resolver sus problemas ya; el cliente digital frecuentemente prefiere una respuesta subóptima inmediatamente, que una respuesta perfecta dentro de una semana. Los individuos digitales tienen poca paciencia y mucha prisa. Paul Virilio habla de la dromología[i] como la ciencia de la velocidad. En el mundo digital todo sucede muy deprisa, y tenemos que prepararnos para ser excelentes en este mundo instantáneo. Además de la necesidad de reaccionar instantáneamente, lo que enfrenta a nuestras empresas ante el reto de insuflar inteligencia a nuestros procesos para conseguirlo, el mundo digital nos obliga a estar permanentemente pendientes de los flujos de información. Cada vez más, el terreno de juego es la conversación, en tiempo real, los mensajes y las interacciones casi síncronos. Snapchat y twitter son sólo las primeras manifestaciones de esta economía de los flujos, en las que lo importante es la secuencia y la conversación. Si no estás atento te lo pierdes. Las empresas digitales tendrán que abrazar este fenómeno y dotarse de las estructuras organizativas y las capacidades tecnológicas para tener éxito en este mundo hiper instantáneo
- La hipercolaboración: La hiper economía digital es una economía de colaboración. Actualmente existen más de 60 billones (millones de millones) de páginas web, más o menos 10.000 páginas por cada persona viva. Ese contenido se ha creado en menos de 30 años. Y, al contrario de lo que podría pensarse, la mayoría del contenido no ha sido generado por organizaciones profesionales, sino por usuarios individuales que generan contenido voluntaria y gustosamente. La explosión de Youtube es seguramente el mejor ejemplo de esta nueva cultura de colaboración. Cada día usuarios amateurs generan 65000 vídeos al día en YouTube, 18000 horas de vídeo cada hora. Y todo eso sin que la mayoría de los creadores del contenido perciban ni un solo euro. La audiencia genera esos contenidos altruistamente, por el simple placer de compartir, de interactuar. Si hubiésemos pronosticado que millones de usuarios se convertirían en reporteros amateur, que utilizarían sus móviles como cámaras improvisadas para dar testimonio de lo que está sucediendo en sus vidas, no lo hubiésemos creído. Lo mismo hubiésemos pensado respecto a la posibilidad de crear una enciclopedia de manera colaborativa, o sobre la miríada de tutoriales que podemos encontrar online para hacer cualquier cosa, desde freir un huevo a “liberar” un iphone.
- La hiperplataforma: Estamos presenciando la aparición de plataformas sobre las que individuos y empresas intercambian información y conocimiento, pero también bienes y servicios muy físicos. Trip Advisor se convierte en el más importante recomendador de experiencias de viajes, sin tener ningún experto que juzgue a los establecimientos; Uber revoluciona el mundo del transporte urbano, sin más activos que la propia plataforma de colaboración de los usuarios. Lejos de tratarse de un juego o una burbuja, la economía basada en plataforma es bien real: dos de las cinco mayores empresas del mundo por capitalización bursátil (Google y Facebook) son empresas basadas en plataforma; otras dos (Apple y Amazon) son negocios más tangibles, pero impensables sin su plataforma; la restante, Microsoft, está transformándose para dar mayor importancia en su modelo de negocio a la plataforma, como demuestra su compra de LinkedIn y la pujanza de su negocio con Office365.
- La hiperorganización: Las empresas no han cambiado demasiado en los últimos 150 años. Las reglas que se desarrollaron en la revolución industrial sobre cómo debía organizarse el trabajo y qué estructuras debían ponerse en juego para controlar la producción y la comercialización de bienes y servicios han sido razonablemente válidas desde entonces hasta la 3ª revolución industrial.
Bien, esto se ha acabado. Mejor, se está acabando. Las empresas del siglo XXI no van a tener éxito funcionando como las del siglo XX. Simplemente no va a ser posible. Las reglas del juego están dinamitándose a medida que los mercados se abren, la velocidad se acelera y la globalización se instaura. Empezamos a ver síntomas de esta tendencia: las empresas duran cada vez menos, crecen cada vez más rápido y se funden tras un brillo tan efímero como brillante. En los años 20 del siglo pasado las empresas del Fortune 500 tenían una vida media de 67 años, mientras que hoy apenas llega a los 14.
Este orden de cosas requiere de una profunda transformación sobre cómo las empresas se organizan. El mundo digital requiere de empresas digitales, empresas que se estructuren para ser competitivas en el mundo hiper acelerado, hiper competitivo, en el que la agilidad y la flexibilidad no son atributos deseables sino requerimientos indispensables. El problema es que no tenemos demasiada idea de cómo deben ser esas organizaciones, cómo se gobiernan, cómo se estructuran, cómo se crean y cómo evolucionan. - La hiperautomatización: En la sociedad hiperdigital el ser humano tendrá una participación menos protagonista en la acción. La digitalización va a impulsar la automatización de buena parte de las tareas que hoy realizamos los humanos. Esta automatización no sólo va a ocurrir en el entorno fabril, sino que va a desplegarse en todos los ámbitos de nuestra vida personal y profesional. En los próximos años viviremos un inexorable proceso por el que se confiará a herramientas tecnológicas la ejecución de tareas antes realizadas por humanos. El abaratamiento de la tecnología, la capacidad creciente de desplegar inteligencia artificial, y la incesante búsqueda de eficiencias por parte de las organizaciones, impulsarán la incorporación de tecnología para automatizar procesos, dejando para el ser humano sólo la gestión de aquellas situaciones en las que el componente humano es imprescindible. El problema es que cada vez serán menos los espacios en los que los humanos serán más competentes que las máquinas. Se han convertido en un lugar común afirmaciones como que las máquinas no serán capaces de crear, sentir o, simplemente No estoy seguro de que estas afirmaciones, que a mí también me tranquilizan, sean ciertas. Creo firmemente que no tengo ni la menor idea de cual será la frontera que las máquinas no podrán traspasar. Esa es la mayor certidumbre a la que puedo asirme. Probablemente el ingenio humano, dejado libre, va a ser capaz de crear inteligencias artificiales capaces a su vez de sustituirnos en prácticamente cualquier ámbito. Esta hiperautomatización tendrá un importantísimo impacto socal, para el que nuestras economías post-industriales están muy lejos de estar preparadas. Cuando las tareas manuales sean ejecutadas universalmente por máquinas, los seres humanos que las realizan ahora perderán sus empleos. Cuando muchas de las tareas relacionadas con el conocimiento sean ejecutadas universalmente por máquinas, los trabajadores del conocimiento experimentarán análogo destino. ¿Hasta dónde llegará este reemplazo, cuál es la última frontera, tendremos que ponerle freno, seremos capaces de hacerlo? ¿Será necesario crear una renta de ciudadanía que posibilite a los ciudadanos desempleados vivir y consumir, repartiendo la riqueza creada por las máquinas? ¿Estamos condenados a que el progreso tecnológico avance en cualquier dirección simplementemente porque es posible? ¿Dónde el progreso deja de ser bueno para convertirse en una amenaza?.
- La hiperdescentralización: En la sociedad hiperdigital las transacciones e conómicas y los flujos de conocimiento van a descentralizarse. Si bien la omnipresencia de los gigantes de internet parece sugerir exactamente lo contrario, el poder en la red va a distribuirse, gracias la potencia de las plataformas, la penetración de la tecnología en la sociedad y el éxito de tecnologías como blockchain. Internet facilita la desaparición de las barreras geográficas en la actividad económica y el flujo libre de bienes y servicios a lo largo del globo, haciéndolo más “plano”. La economía está polarizándose, pero no lo es menos que esos polos están distribuyéndose a lo largo del globo. Los países están movilizando talento hacia estos polos de conocimiento de manera intensa, y su capacidad para desarrollar esos atractores de talento es uno de los elementos clave de su competitividad. La hiper descentralización de la economía es un fenomenal elemento distribuidor de la riqueza. Cada vez más, los intercambios económicos se llevan a cabo de manera completamente independiente de la ubicación física, mediante la interacción colaborativa de equipos de trabajo virtuales que pueden trabajar efectivamente desde diferentes puntos del planeta. Las empresas están pasando de ser jerarquías de trabajadores a redes de colaboradores conectados por las tecnologías de la información, a plataformas de innovación y capacidades distribuidas.
- El hiperindividuo: Google, entre muchas de las compañías y emprendimientos en los que participa, ha invertido en una compañía denominada Cálico. La misión de esta compañía es investigar cómo las las tecnologías pueden ayudar al ser humano a vivir más tiempo y con mejor calidad, superando el inconveniente de la muerte. Los avances de la biotecnología van a poner en cuestión los límites del ser humano, creando hiper individuos. Los ciudadanos de la sociedad hiperdigital van a verse “aumentados” por el uso de tecnologías que los harán más capaces, pero de las que no podrán prescindir. ¿Hasta qué punto seguirán los hiper individuos serán funcionales desprovistos de sus extensiones digitales? ¿Tiene sentido plantearse siquiera esta disyuntiva, dada la universalidad y la omnipresencia de la tecnología? Mi punto de vista es que sí, es esencial, pues la polarización económica del mundo puede llevar aparejada que los individuos “sean” diferentes en función del grado de “aumentación” que puedan permitirse, es decir de su nivel económico. En la sociedad hiperdigital no se tratará de usar herramientas, sino de “ser”. El hiperindividuo será radicalmente diferente de nosotros, porque dispondrá de tecnología más avanzada, pero, sobre todo, porque la integrará en su concepto de vida. Esta realidad nos va a enfrentar a fenomenales retos éticos y morales. La interesección entre humanidad y tecnología pone en cuestión la naturaleza misma de lo que nos distingue como seres humanos. En el período transitorio entre nuestro mundo de hoy y esa sociedad hiperdigital que se nos aparece en el horizonte, esto conducirá a un nuevo motivo de polarización: entre los que abracen el cambio y los que se resistan a él. Los que se resistan al cambio harán un uso mucho menos intenso de la tecnología y por tanto estarán menos “aumentados”, lo que paulatinamente los irá situando en una posición desventajosa respecto a los que lo abracen. Como sociedad tendremos que reflexionar sobre cómo integrar a estos individuos refractarios a la tecnología dentro de la sociedad hiperdigital incipiente.