El concepto transformación digital ha hecho fortuna. El fenómeno promete modificar profundamente la manera de hacer negocios en la segunda década del siglo XXI. Directivos anteriormente refractarios a otorgar importancia estratégica a las tecnologías de la información (TIC), han empezado a entender que estas van a ser un elemento nuclear del negocio en los próximos años, que va a resultar imposible ser competitivos sin una estrategia tecnológica innovadora, y que es imprescindible invertir para capacitar digitalmente a sus organizaciones.
Sin embargo, el término está muriendo de éxito. En mis conversaciones con esos mismos directivos detecto un cierto hartazgo de la palabra digital y un incipiente escepticismo respecto al impacto real de la transformación. La mayoría no tienen una visión clara de lo que significa la transformación digital para sus compañías y apenas saben calibrar su impacto. Seamos francos, muchos de los acercamientos empresariales a la digitalización son tácticos, y son minoría los líderes empresariales que muestran un auténtico compromiso con la importancia estratégica del fenómeno.
Pues bien, antes de que el lector me corresponsabilice de quemar el término digital, como autor del libro Digitalízate. Cómo digitalizar tu empresa, voy a dar un paso al frente. Mi visión es que lo digital, al menos lo que solemos entender por este concepto, es sólo un balbuceo, la tímida antesala de una nueva era, de un nuevo mundo que todavía no sabemos dibujar y en el que viviremos nosotros y, sobre todo, las generaciones que nos sigan. Un nuevo mundo que será muy diferente de la sociedad postindustrial en la que llevamos viviendo desde mediados del siglo pasado.
En los próximos años vamos a contemplar cómo se transforma nuestra manera de aprender, comunicarnos, relacionarnos con los demás, colaborar, trabajar, comprar, hacer negocios. Vamos a presenciar cambios profundísimos en la sociedad, transformaciones en el concepto mismo del trabajo, del estado de bienestar, en la distribución de la riqueza, en el papel del hombre en la sociedad productiva; vamos a ser testigos de la aparición de nuevas inteligencias que van a obligarnos a replantearnos la idea que tenemos de nosotros mismos, con las que tendremos que aprender a convivir y cooperar; veremos extenderse nuestra esperanza de vida, mejorar su calidad, quizá presenciaremos el final de la muerte como fenómeno universal e inexorable; al tiempo, y paradójicamente, tendremos que curar el planeta, si queremos sobrevivir a nuestro propio éxito descontrolado.
Bienvenido a la sociedad hiperdigital. Nos vamos a divertir