Gradualmente… y de repente

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Un personaje de Ernest Hewingway, en una de sus novelas, preguntado por cómo se arruinó, contestó con una famosa frase: «Gradually, then suddenly», que podríamos traducir como «Gradualmente, y luego abruptamente». Esta es la dinámica del cambio en la que estamos inmersos. Llevamos un par de décadas experimentando las primeras manifestaciones de un cambio exponencial. Lo que sucede con él es que al inicio, muy al principio, puede confundirse con un cambio lineal, lo que no nos incentiva al cambio. Imagine el lector que cambia de trabajo y que acuerda con su nuevo jefe que cada día recibirá como salario el doble del que recibió el día anterior. Empecemos el día 1 con un salario muy modesto, por ejemplo 1 céntimo, o sea 0,01€. El segundo día recibirá el doble, es decir, 0,02€. El quinto día el sueldo será 16 céntimos, lo que sigue siendo un sueldo lamentable, y que no levantará probablemente demasiadas sospechas en su jefe de que ha hecho un mal acuerdo nego- ciando su salario. Matemáticamente, el salario de cada día puede expresarse como S = 2 n, es decir, una función exponencial de base 2 en la que n representa los días que han pasado desde que su compañía le contrató. Al final de la primera semana el sueldo serán 64 céntimos; al final de la segunda, 81,90€; al final de la tercera, ¡10.485€! Y al final del primer mes probablemente la compañía habrá entendido que su contratación fue un auténtico desastre, pues el sueldo del trigésimo primer día excederá los 10.000.000€. El día cuadragésimo octavo, su sueldo equivaldría aproximadamente al PIB español.

Este ejemplo trivial pone de manifiesto lo peligroso de una evolución exponencial. Al principio parece que las cosas no cambian, pero, siguiendo la misma dinámica, de repente (Gradually, then suddenly) nos encontramos con la sorpresa de que somos incapaces de seguir la ola de cambio. El lector podrá decir: «Bien, ya lo he entendido. Una función exponencial es una fórmula peligrosa y traicionera. Pero ¿qué relación tiene la exponencialidad con la hiperdigitalización? ¿Por qué es relevante esto para explicar las dinámicas de cambio en las que nos hallamos inmersos?».

La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en una predicción desarrollada por el cofundador de Intel, Gordon E. Moore1, el 19 de abril de 1965. Moore predijo que el número de transis- tores que podrían incluirse en un microprocesador de un tamaño dado se doblaría cada 18 meses, al menos durante las dos décadas siguientes. Más adelante, en 1975, Moore cambió su fórmula prediciendo que se doblaría cada dos años y no cada 18 meses. La fórmula, un pronóstico, se ha demostrado cierta desde entonces y hasta hoy, convirtiéndose en una ley empírica.

 

Lo importante no es la ley en sí, sino las enormes implicaciones de su cumplimiento. Existe una relación directa entre la capacidad computacional disponible en el mundo y ese número de transistores que predice la ley de Moore. A más transistores, mayor capacidad total de los ordenadores en el mundo. Luego, si el número de transistores se dobla cada dos años, la capacidad de proceso en el mundo evoluciona de manera exponencial. Los primeros años, como los transistores que podían incluirse en un chip básico eran tan pocos, nos encontrábamos en una situación parecida a la del primer mes en la nueva empresa: no se producía un cambio demasiado espectacular. Sin embargo, en los próximos años vamos a presenciar una evolución exponencial de la capacidad de proceso y ese crecimiento va a tener un impacto inconmensurable en nuestras vidas.

Es cierto que la ley de Moore probablemente no va a cumplirse en el futuro exactamente del mismo modo que lo ha hecho hasta ahora, pues existen limitaciones en la física de los semiconductores que evitarán que podamos seguir construyendo chips con transistores más y más pequeños. Sin embargo, nuevas tecnologías, relacionadas con la física cuántica, pueden incluso acrecentar el fenómeno. Mi tesis, avalada por la opinión de numerosos expertos, es que nos encontramos en la zona de la curva en la que se empieza a observar el cambio exponencial.

La ley de Moore se halla en la raíz de por qué el cambio que se está produciendo es exponencial, pero las implicaciones de esta naturaleza del cambio son mucho más profundas y nada tienen que ver con la densidad de transistores en un chip. En los próxi- mos años vamos a presenciar increíbles cambios de paradigma en la economía, en la salud, en la organización social y en la creación de riqueza, derivadas del crecimiento exponencial de la capacidad de proceso. En su libro The Singularity is Near: When Humans Transcend Biology, Ray Kurzweil2, ahora en Google, expandió el alcance de la ley de Moore a otros ámbitos. Formuló lo que se conoce como la Law of Accelerating Returns (LOAR). Según Kurzweil, cuando los mercados se basan en la información (y, por tanto, en la tecnología), su crecimiento sigue el mismo patrón que la capacidad de proceso según la ley de Moore.

 

La tesis de «la Sociedad hiper digital» es que nos hallamos en el punto de inflexión en el que la transformación empieza a acelerarse. Esto nos enfrenta al reto de gestionar ese crecimiento con nuestras mentes lineales, cómodas en la digestión de transiciones graduales y tan poco preparadas para la evolución exponencial. En los próximos años veremos cómo disciplinas como la inteligencia artificial, la biotecnología y la robótica no van a avanzar de manera separada, sino, bien al contrario, van a colaborar, potenciando el efecto exponencial y creando a su vez nuevos campos de aplicación y conocimiento.

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